Una sola puerta
de tres, abierta.
Una sola puerta.
Enfrente, la montaña.
Pasa la nube inmensa
toda suya, todo suyo.
Huracanes de vientos,
lluvia andante semiparalela
y en todo el monte
funerales alegres naturales
de hojas muertas.
Los cabellos terráqueos
danzan todos iguales
al son de trompetas invisibles
que vienen de los mares.
Llegó el otoño,
llegó la muerte
mas no para todos.
Hoy morirán hojas y animales
mas no morirán para siempre.
Son ciclos de estaciones naturales
y en su transformación de mañana
darán con más calor,
a la tierra de su mierte,
pasado mañana, brotes de esperanza.
Y yo no he muerto.
Me alegro de la lluvia y me alegro del viento.
Si tengo frío me caliento.
Si tengo miedo, que no lo tengo,
susurro y pienso. Y para mañana
ya me he comido mi pequeña ración de esperanza.
Una sola puerta
de tres, abierta.
Una sola puerta, Inmensa.